domingo, 23 de febrero de 2014

Un día sin carne

Quedan tres horas para que termine el día y con él, la terrible misión de no consumir carne por veinticuatro horas. Y es que todo empezó al enterarme que mi hermana se había convertido al vegetarianismo y plantearme la idea de entender su nuevo estilo de vida.

Al despertarme inicié el día con mi rutina de trote, y luego de una hora de ejercicio retorné a mi casa. Me lavé, tomé un poco de agua y puse un par de rebanadas de pan en el tostador. Al abrir el refrigerador, mi vista se detuvo por un instante en las tentaciones carnívoras más apetitosas que existen: jamón serrano, hamburguesas, salchicha huachana y un poco de chuleta ahumada. Por un instante la tentación me invadió y sentí el impulso de tomar cualquiera de aquellas apetitosas opciones de alimentos para iniciar mi dieta carnívora. Sin embargo, mi deseo de conocer el nuevo estilo de vida de mi pequeña hermanita fue mayor y terminé comiendo un sandwich de mantequilla de maní y mermelada de zarzamora, lo cual acompañe con un vaso de leche de almendras que "tomé prestado" del gabinete especial de mi hermana.

Para el almuerzo habíamos decidido ir a comer afuera, por lo que decidimos buscar algún lugar en Barranco, lo que terminó en un buffet de comida vegetariana y mi adicción al ceviche de champiñones y carne de soya. Luego de probar diferentes guisos y ensaladas utilizando garbanzos, carne de soya, quinua y frijoles, mi a estomago se llenó y mi cerebro le indicó a mi cuerpo que me detuviera.

Finalmente para la cena, solo tomé un poco de te y me puse a escribir este post en el blog que he abandonado pero estoy empezando a restaurar. Sin más que contarles me despido con la promesa de algún día escribir algo más.

Saludos,

Feru.


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